Silvio Rodríguez y su unicornio que cabalga

Por Juan José Dalton
Silvio Rodríguez habla de sus amistad con Roque Dalton y su relación con El Salvador

SAN SALVADOR

Silvio Rodríguez estará por primera vez cantando a los salvadoreños; algo que era esperado desde hace tiempo. Estará frente a frente con la gente a la que homenajeó con su unicornio azul; una noche del próximo 29 de febrero que seguro no baste…

 

En la entrevista corta y vía “e-mail” que sostuvimos, el autor de “Ojalá”, habla del significado de llegar a El Salvador, recuerda al asesinado poeta Roque Dalton (1935-1975), que fue su amigo en La Habana; así como de sus recitales en las cárceles cubanas y de los necesarios cambios que se imponen en Cuba.

 

Silvio no necesita presentaciones y sus palabras lo dicen todo. Su presencia en San Salvador, por más fugaz que sea, promete ser un acontecimiento cultural fuera de serie.

 

¿Cuándo vendrías a El Salvador y qué significa para ti esta visita, después de haber escrito canciones como "El tiempo está a favor de los pequeños" y de relacionar el "Unicornio" con El Salvador?

 

“El tiempo está a favor de los pequeños” fue mi forma de tomar partido por el pueblo salvadoreño, en la distancia. Decir que mi unicornio había sido visto por allá fue un ardid, la intención de hacer mirar hacia El Salvador a cualquiera que me escuchara. Ahora, aunque parezca increíble, estaré cantando en San Salvador el próximo 29 de febrero, una fecha que sólo existe cada cuatro años. Debe ser una cábala extraña que me toca por haber deseado durante mucho ir a ese país y haberme demorado tanto”.

 

¿Qué recuerdo guardas de Roque Dalton?

 

“No sólo guardo recuerdos de Roque. Incluso sucede que, gracias a Roque, recuerdo, por ejemplo, una canción que se llama “Qué duro ha de ser para el poeta”. Yo se la di a leer una mañana en Casa de las Américas y él, que era adivino y generoso, leyó mi mente e hizo lo que yo deseaba que hiciera, porque levantó los ojos del papel dijo: “Carajo, Silvito, esto es poesía”.

 

¿Cómo te impactó el asesinato de Roque Dalton y luego el desaparecimiento de su hijo, Roquito, durante la guerra civil?

 

“El asesinato de Roque fue un golpe muy duro no sólo para mí, que lo conocía y lo quería; creo que también lo fue para todos los que interpretábamos la insurrección salvadoreña como una guerra de liberación. El asesinato de Roque, a mi modo de ver, fue una abominación que le hizo mucho daño a aquella causa. La desaparición de Roquito (octubre de 1981) fue otra gran amargura, que todavía me hace pensar en las miles de amarguras e incógnitas que continúan”.

 

¿Al no existir ya guerra en El Salvador, por dónde cabalga tu unicornio?

 

“En estos días creo que el unicornio perdido se nos ha acercado al grupo de artistas que estamos visitado algunas prisiones con nuestras canciones, pinturas y libros”.

 

¿Por qué cantar en las cárceles? ¿Cuál ha sido la reacción de los prisioneros? ¿Qué resultados y expectativas tienes de esta iniciativa?

 

“Todavía no puedo hacer una valoración global, porque aún nos quedan algunos conciertos, pero según lo visto y lo que intuyo, pareciera ser una de las giras más útiles de toda mi existencia. Han sido experiencias muy intensas. Creo que todos nos hemos salido de los reveses personales y colectivos y nos hemos lanzado en busca de lo mejor de nosotros mismos. Los reclusos y reclusas pintan y cantan con nosotros, y nuestro deseo es que esta experiencia se multiplique y sistematice. Es una acción no sólo dirigida al espíritu, porque ayuda a profundizar en la sensibilidad de todos, lo que sin dudas también se traduce en mejoras objetivas. Ya sabemos que una canción no puede cambiar el mundo, pero también sabemos que puede ayudarnos a ser mejores”.

¿Qué futuro ves para Cuba cuando el liderazgo, los protagonistas de la gesta revolucionaria, están comenzando naturalmente a desaparecer? ¿Qué cambios se avecinan? ¿Estos temas están en tu imaginario creativo?

 

Hay muchas cosas obsoletas en Cuba: medidas, leyes, instituciones. O sea que son muchos los cambios que hay que hacer. Pero creo que habrá que hacerlos con orden, con serenidad, para que las transformaciones no signifiquen una debacle. Nunca se puede perder de vista que Cuba es un país sitiado y que esa adversa singularidad se hace consustancial de cuanto nos ocurre. Aún así, la sociedad está empujando al Estado a liberar las fuerzas productivas. Y eso estoy convencido de que habrá que hacerlo porque, como diría mi amigo Eduardo Aute, “nos va la vida en ello”.

 

(*) Entrevista publicada en ContraPunto el 29 de enero de 2008

 

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