Un poema que revela la vigencia del pensamiento de Roque Dalton, sobre la violencia en El Salvador
Por Juan José Dalton
Estuve recién en una charla en el Externado San José. Con los estudiantes que van a salir y estudiaron Las Historias Prohibas de Pulgarcito. Una estudiante me preguntó que estaría haciendo mi padre su estuviera vivo…Le dije que no podría yo responder esa pregunta, pero que leyendo su obra encontraríamos la vigencia de su pensamientos. Este poema a continuación es simbólico:
EL PADRE CARLITOS
(De reojo)
El pueblecito de la costa salvadoreña llamado Jiquilisco, que da su nombre a una hermosa bahía llena de peces, langostas, curiles, ratas de manglar, pichiches y zancudos spitfire, es uno de los conglomerados más violentos del mundo. El promedio de muertos en los domingos – a tiros, a pedradas y machetazos – sería capaz de consumir a la población de Francia, si operase allí diariamente, en 18 meses. Felizmente El Salvador, y sus pueblecitos son en este aspecto bastante generosos, tienen un incremento poblacional incluso mayor que el de Costa Rica, ese país donde nadie duerme a partir de los trece años de edad. En Jiquilisco, el vecino que menos muertes debe es el Padre Carlitos, el cura párroco, quien ha matado a catorce personas y a un perro llamado Majoncho desde que llegó, hace año y medio, al lugar. Dicen que el perro echaba espuma por la boca cuando atacó sin motivo justificado al Padre Carlitos, a quien cualquiera le pega un empujón sin sospechar lo que le espera, dado su aspecto tranquilizador, falazmente pilishne, aguacatero y et cum spiritu tuo.