La autora se acerca, gracias al documental de Tina Leisch sobre Roque Dalton, al humilde y a la vez sarcástico que fue -y sigue siendo, a través de su poesía- el más connotado de los poetas salvadoreños.
Por Margot Vieytez Ruan(*)
San Salvador.- El viernes 10 de mayo de 2013fue presentado por primera vez y a nivel mundial el documental titulado Roque Dalton: fusilemos la noche!, momento que coincide con el 38.0 aniversario del asesinato del poeta.
Sentada entre la gente que llenamos todo el patio central del Palacio Tecleño, fui abordada por esa inevitable manía de darle vuelta a las ideas en medio de cualquier actividad. Comencé con la pregunta sobre en calidad de qué estaba yo allí en ese momento, ya que: no soy poeta; no es el género literario que más haya llamado mi atención a lo largo de mi vida; no he sido ni soy en la actualidad activista de ningún movimiento social o partido político. No soy familiar o he sido amiga de Roque, como muchísimos de los que estaban presentes e, incluso, aparecen en el documental. Entonces, con todas esas limitantes, la primera gran interrogante fue el porqué decidí no perderme el estreno.
Por las respuestas que obtuve viendo el documental, me parece que la cineasta Tina Leisch ha considerado entre quienes quiere que veamos su trabajo de más de cuatro años a personas con mis características, y concluyamos en una visión diferente y más profunda sobre este poeta, considerado el más universal de El Salvador.
Inicia mostrándonos los ambientes que rodearon la infancia y vida adulta de Roque, mismos que enfoca en el mundo urbano, la ciudad, y algo que al menos el documental hace sentir como el que rodeó la mayor parte de su vida. Las tomas son de San Salvador, La Habana y ciudades en las que vivió con su familia, todas en el presente. Sin embargo, los recursos que utiliza –la música, los fragmentos de poemas que leen quienes fueron sus amigos y personas que viven inmersas en esos ambientes terribles que el documental enfoca– nos llevan de una vez a entender que lo que este poeta dijo hace tantas décadas no solo era franco y transparente, sino que continua siendo válido en el presente. Mucho de lo que él describió en su obra sigue siendo el presente en nuestros países latinoamericanos, de manera particular en El Salvador.
Luego, hay un impresionante momento en el que el mismo Roque explica el porqué para él es necesario romper con la lírica tradicional en su poesía, quebrarla para hacerla hablar de las diferentes realidades que se tienen en nuestra sociedad, con el objeto de llevarla más cerca del mundo de las ideas, ya que deben ser estas las que permitan tomar conciencia y lleven al compromiso de cambiar de rumbo.
En ese momento, sentí que el mismo Roque me daba a mí una razón válida de por qué la poesía nunca antes fue lo primero que abordé: algunos sentimos más la necesidad de encontrar ideas que permitan cambios, que belleza lírica en la exaltación de la realidad que observamos; y en la mayor parte de la poesía que me fue expuesta, tanto desde la educación como otros ambientes, no fue posible encontrar esta opción.
Alguien como yo —y sé que no estoy hablando únicamente por mí— no ha encontrado antes desde el lirismo palabras dichas por otros que toquen esa parte de mi espíritu que necesita que lo lleven a confirmar que lo que ve y siente frente a la realidad que observa es real, que existe; y además, que esos otros forman parte de quienes reclaman un cambio justo y se resisten a quedarse en la mera descripción. Al menos, lo que antes puedo haber encontrado, jamás me lo dijo con la total sinceridad como me lo dicen las palabras de Roque Dalton que voy conociendo.
Comprendí su genialidad: él siempre supo que la poesía no puede eludir ser ese medio que habla a lo más profundo del espíritu humano; entonces decidió buscar la manera de hacer que, al hablarle, le hiciera tomar conciencia justamente desde ese interior, sobre lo que no estaba bien. Pero una vez ubicado en ese nivel profundo, no habló con un lirismo tradicional, sino con las palabras claras y llanas que son las únicas capaces de hacer sentir la realidad de quienes viven en la peor zona de un mundo injusto.
Lo llaman muchas veces «irreverente»; para mí es un hombre en extremo honesto y comprometido. Él fue un poeta que entendió que si iba a dedicar su vida a trabajar y hacer conciencia sobre una sociedad que tenía que cambiar, era válido —y por momentos se siente que para él era además obligatorio— que su poesía también así lo hiciera para hacer coherentes vida y don.
Los fragmentos de poemas que leen en el documental quienes lo conocieron y compartieron su vida llevan a comprenderlo, pues es entonces que adquiere sentido —y se integran por completo— ese ambiente empobrecido y cargado de violencia social que rodea todo el film y las ideas de Dalton. ¿Cómo hubiese podido un hombre como él exaltar lo injusto, el dolor y la miseria sin utilizar la palabra de la manera en que lo hizo? Comprendí que para Roque Dalton, un mundo irreverente con la condición humana solo podía ser denunciado desde la poesía, haciendo que las palabras rimaran, ya no para exaltar y describir, sino para denunciar y transformar.
Finalmente, me gustaron sus amigos, su familia y personas que convivieron con él a lo largo de su vida. Me encantó el amor de estas personas por la cultura, lo profundo que entendieron siempre su obra, la franqueza y el sentido del humor de muchos de ellos. Terminé reflexionando sobre lo hermosa que hicieron la vida de Roque, y viceversa, la amistad de estas personas en medio de ese ambiente, que visto fríamente eriza la piel y no parece tener nada de bonito.
Concluí que frente a la realidad que lo golpeó desde el inicio de su vida, Roque parece haber buscado siempre caminos que le permitieran enfrentarla con originalidad. Sabiéndose un poeta, creó una nueva poesía que lo apalancara en su afán de cambiar el mundo; y viviendo las realidades sociales más extremas y agobiantes, se rodeó de familia, amigos y de una buena dosis de humor, del calibre que le permitieron enfrentarlas. No es posible encontrar nada falso o contradictorio en él.
Concluí también que con toda seguridad, mi valoración por la poesía hubiese sido muy diferente si en el colegio hubiera podido pasar de memorizar los nombres y obras principales de los poetas de la Generación Comprometida, a profundizar en poemas como los de Roque Dalton.
La realidad de este país también sería otra, si el sistema educativo hubiese tomado el mismo tipo de decisiones desde hace ya varias generaciones. Pero la reflexión sigue sin ser un compromiso de la educación en general, y la denuncia continúa siendo incomoda y un papel asignado a los políticos o a quienes les hacen frente. Grave error, porque es desde una cultura construida, partiendo de la reflexión sobre la propia condición social, que es posible construir un pensamiento de paz; y la cultura estructurada desde esa base siempre hará más por evitar guerras y conflictos, que la política.
Siento que mi relación con este género literario ha iniciado un cambio, porque ha encontrado una poesía con un autor que me dicen mucho. Y pienso que esta cineasta va a lograr lo que seguramente se propuso: poner a muchos, a reflexionar.
* Colaboradora del Archivo Digital Roque Dalton y ContraCultura